Indigente
Le ofrecí unas pocas monedas y la posibilidad de comer un buen plato de sopa caliente, pero cuando me alejé, su mirada dejó claro que su hambre no era de pan, sino de compañía.
Le ofrecí unas pocas monedas y la posibilidad de comer un buen plato de sopa caliente, pero cuando me alejé, su mirada dejó claro que su hambre no era de pan, sino de compañía.
2 comentarios:
Maite, si no recuerdo mal este microrrelato lo leí en las Microjustas. Es excelente por esa frase final que lo encumbra. La soledad es de las peores lacras que puede sufrir un ser humano cuando no la desea.
Me encantó conocerte, darte un abrazo y charlar contigo. Espero repetir en sucesivas ediciones. Ahora ya sé que no eres un "robot".
A seguir escribiendo como lo haces.
Un beso.
PD: Un placer compartir espacio talenturoso contigo.
Muy sugerente. La gente de la calle, muchas veces no existe, y ellos mismos dicen que eso es de lo más duro, ser nadie.
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