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sábado, 29 de mayo de 2010

AGORAFOBIA CONTAGIOSA

Estudiaba aquella mosca como si de un master en biología se tratara. La oía chocar una y otra vez contra el cristal en infructuosos intentos de acceder al exterior. Ella solía camuflarse entre el polvo de los libros apilados en el estante, mientras yo aprovechaba para examinarla minuciosamente con la lupa de mi colección de numismática. Frotaba sus patitas, suplicando compasión. Cuando recobraba el resuello, el animal embestía nuevamente la superficie vidriosa, topándose con la frustrante imposibilidad de alcanzar la calle.

Tras días de exhaustiva observación, algo en mi fuero interno se apiadó del pobre bicho que continuaba buscando una oportunidad. Abrí la ventana unos centímetros, procurando con ello no pulsar el botón detonador de mi maldita agorafobia. Con la mano le indiqué el camino, pero el insecto ni se movió. Ahora que había aprendido la lección, no dejaría que un repugnante ser humano le engañara de nuevo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una de las mejores noticias del año es que por fín compartas tu talento, tu sensibilidad, tus palabras...
Siempre he admirado a las personas capaces de mirar de verdad cada pequeña realidad. Todos somos un poco la mosca pero también esa mano que señala el camino.
Palabra de periodista.

Maite dijo...

Ya sabía yo que a un periodista de altura como tú no se le iban a escapar los pequeños detalles. Es cierto, todos somos un poco esa mosca, que tras tropezar con los obstáculos una y otra vez, muchas vece no se da cuenta de que le han abierto la ventana y se corta las alas antes de tiempo. Nunca debemos dejar de intentar lograr aquéllo que ansiamos, por mucho que otros nos digan que no lo lograremos.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Casualmente hace no demasiado tiempo (buscaba pistas para escribir un microrrelato de ciencia ficción que hablaba de la relación espacio-temporal) encontré este interesante artículo sobre las moscas:

Porque pensar como una mosca es una excelente estrategia de ataque
(Ya ves tu que cosas leo, jajajaja) no se si guarda relación con tu relato, pero echalé un vistazo, es curioso.

El relato genial, ya se sabe que... más vale malo conocido...

Maite dijo...

Me encanta el artículo, ese tipo de lecturas dan lugar a activar el cortex creativo.

Gracias por la aportación, Gotzon.

Un abrazo