Sólo la vieja Kimba era conocedora del gran secreto. La manada creía en la capacidad de las hembras de generar vida por sí mismas. Además estaba la ancestral convicción de que, del mismo modo, también inferían la muerte. Estos hechos provocaban la admiración del grupo confiriéndoles un enorme poder. Kimba sabía muy bien que si algún macho se enteraba de que ellos eran parte medular en el proceso de maternidad, la hegemonía matriarcal habría terminado.
4 comentarios:
Con los humanos debió ocurrir algo parecido, ¿no? Buena correlación. De lo humano a lo animal.
Un saludo.
Si, este relato proviene de muchas reflexiones sobre la humanidad y la naturaleza, y sobre los caprichos de las creencias y las interpretaciones.
Un abrazo, Víctor.
Pues si, no sabría decir si en este caso Kimba era una leona o una humana...
Saludos Maite, está muy bien tu blog, que siga creciendo.
Ahí está el tema, mi querido amigo, ahí mismo. Has puesto el dedo en la llaga.
Un abrazo y gracias por los buenos deseos. Eso espero, cuidarlo y que me crezca sano y fuerte.
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