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martes, 17 de agosto de 2010

LA RUBIA



Recorre las calles envuelta en el vaho rojo de su boca. Arropada por la oscuridad, las aceras lamen sus pasos, como animales en celo esperando ser saciados. Los faros de un auto dibujan su silueta en la fachada, absorbida en unos segundos por el asiento del copiloto. En un motel de carretera, las cucarachas, improvisados voiyeurs, observan la escena entre las sábanas. Unos dólares más tarde, atravesada por la misma esquina, ella vuelve a pintar sus sentimientos bajo el intenso carmín de sus carnosos labios.

7 comentarios:

Jesus Esnaola dijo...

Me gusta mucho cómo está escrito Maite. Pese a la desesperanza del todo sigue igual.

Un abrazo.

Anonima Mente dijo...

Me gusta Maite, has logrado sobrepasar con tus letras la dificultad de la imagen.
Un saludo

Maite dijo...

Jesus Esnaola: Sí Jesus, la continuidad de que el día siguiente será igual que el anterior, eso es algo que sin duda alguna puede crear una fuerte frustración, por ello hay que enfrentarse a la desesperanza y vencerla.


Anónima: Tu comentario me llena de satisfacción. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Imágenes muy poéticas para una prosaica realidad soez y sin salida. Me gusta el texto, Maite, lo has pintado muy bien.

Un abrazo.

Maite dijo...

Eso es, Alberto, quería pintar de poesía una situación que pudiera parecer casi obscena, me pareció que la mezcla podría resultar.

vittt dijo...

unos dólares más tarde...
me parece una sucesión de continuidad brillante.
me gustó mucho el micro.

Maite dijo...

vittt, me alegra comprobar que tu lectura del relato va un poquito más allá de la propia historia. Te agradezco el comentario y la apreciación. Son esos pequeños detalles que gusta que el lector descubra.