Visitantes

jueves, 3 de noviembre de 2011

Microrrelato: EL HOYO


Como tantas veces había hecho de niño, Leonardo cogió el cubo y la pala disponiéndose a bajar a la playa. Esta vez era distinto, él tenía una complexión de adulto y los utensilios que iba a utilizar también eran mucho mayores que aquellos con los que jugaba en su infancia. Comenzó a cavar el hoyo con los ojos anegados en lágrimas. Hubiera deseado que este momento no llegara nunca; depositó el cuerpo en el hueco que había horadado y echando cubos de arena sobre él lo tapó por completo hasta perderlo de vista. Rezó una oración y se dijo a sí mismo que jamás podría volver a querer así.


28 comentarios:

Mar Horno dijo...

Madre mía Maite ¿a quién ha enterrado en el hoyo? Prefiero pensar que ha sido a su mascota porque las otras posibilidades no me hacen mucha gracia, ja, ja. Un beso.

Rocío Romero dijo...

Mmm, yo también pensaba en esas dos posibilidades... tiene que ser una mascota, Mar, porque si no en la playa es muy fácil descubrir un crimen ¿no? Nos has hecho pensar Maite, buen intento ;-)
Besos

David Moreno dijo...

Nos dejas con la duda de a quién habrá enterrado. Final abierto.

Un saludo indio

Nicolás Jarque dijo...

Maite, volver a ser un niño para hacer el mal, no eh. Yo no sé porque pero he imaginado que lo entierra es un muñeco o un juguete...
Me ha gustado mucho ese final abierto.
Un abrazo.

Raúl dijo...

¡Amén!

manuespada dijo...

Qué manera tan espeluznante de hacerse mayor, en tan solo unas líneas pasa de niño inocente a adulto criminal, aunque puede que en el fondo siga siendo un niño. Muy bueno, Maite.

Lola Sanabria dijo...

Con personas así, mejor que no te quieran tanto; o mejor aún, mantenerlas lo más alejadas posibles.
Terrorífico.

Besos luminosos.

José Antonio Fernández dijo...

Hay amores que matan, dicen.
Un abrazo Maite.

AGUS dijo...

Mira que si es un narcisista desaforado y se ha enterrado a sí mismo. Coincido con Manu, describes toda una trayectoria vital; de pérdida a pérdida.

Abrazos.

Elysa dijo...

¡Jolín! digo como Lola, que no me quieran tanto... o no está enterrando a una persona? Entonces...

Besitos

Susana Pérez dijo...

Un crimen y lo entierra en una playa? no sé, no sé.

Me gusta como lo has conseguido plantear para al final dejarnos con tantas posibilidades.

Besitos

Anita Dinamita dijo...

No os enteráis, está enterrando a su muñeca hinchable!!!
Yo también creí que se enterraba a sí mismo, conociéndote no sería raro :p
Jo, qué chungo.
Un abrazo grande

Ana Crespo Tudela dijo...

¿Rezó por su propia alma? Yo lo mandaría directo al infierno.
Besos

Maite dijo...

Mar Horno: pero qué lista eres!! ;) Mira que la primera versión tenía el final resuelto, pero me aconsejaron -muy bien, por cierto- que no lo hiciera y lo dejara abierto. Me ha gustado ver todas vuestras suposiciones.


Rocío Romero: las posibilidades pueden ser infinitas, ahí es donde cada lector se define :D


No comments: así es, en un principio era un final cerradísimo, pero me aconsejaron dejarlo abierto y creo que ha sido todo un acierto.


Nicolás Jarque: claro que sí, esa es otra posibilidad, enterrar la infancia para entrar en la época adulta. Gracias por tu aporte, Nico.


Raúl: y todas las bendiciones.


manuespada: ese podría ser otro final, Manu, tu final, el elegido por ti para esta lectura :)


Lola Sanabria: mira que empieza a darme pena el pobre hombre, ¿por qué convertirlo en asesino cuando hay millones de posibilidades? Gracias, Lola!!!! besos


José Antonio Fernández: cómo sois! empieza a ganar por goleada la opción matapersonas, ¿y si era tobby?


Agus: olé mi Agus, aquí nos plenteas otra opción, seguimos sumando finales :)


Elysa: ahí, ahí, ¿entonces? Final a la carta que se llama, yo tengo el mío, ¿cuál es el tuyo?


Su: la verdad es que enterrarlo en la playa no parece que sea una buena idea, por tanto, no será un crimen ¿no? :p


Anita Dinamita: jajajajaja, menos mal que has llegado tú para resolver el misterio. Besos!


Ana Crespo Tudela: al infierno van los que han cometido actos impuros o han cometido pecado, yo creo que este era un buen hombre.

Javier Ximens dijo...

Este relato triste presenta dos detalles, las lágrimas del protagonista y las oraciones, que hacen pensar en un ser querido que muere. La playa no es lugar para enterrar personas, por lo tanto debe ser una mascota. Supongo que hay cielo de animales y se les reza, quizás es el mismo cielo. Me gusta tu sencilla historia.

Odys 2.0 dijo...

Si sigues así no tardaremos en escucharte por antena ;-)

Besos!

Unknown dijo...

Doloroso e inquietante.
Gran micro, Maite!!!

Un abrazo

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Para mí ha sido como un hachazo a la inocencia. A la mía, como lector y a la del protagonista.

Duro -yo no puedo pensar en una mascota- cruel y directo a la garganta del lector.

Enhorabuena, Maite.

Alberto Otaduy dijo...

Impecable. no sé si me recuerda a cosas que hacemos de mayores. porque siempre mezclo la sensación de lo que hago de mayor con la intuición que me llevan a recuerdos de la infancia.
Qué gozada que lo puedas plasmas en micro.
como siempre es una gozada leer tus posts.

besos
alber

Gemma dijo...

¿Entierra su infancia, acaso?
Un micro espeluznante.
Besos

TORO SALVAJE dijo...

Pobre Leonardo.
Me contagia su tristeza.

Besos.

Humberto Dib dijo...

Maite:
Muy buen relato con final abierto, la palabra "cuerpo" me cambió la idea, imaginé al adulto con herramientas de adulto enterrando las palas y cubos de su infancia.
Un beso.
HD

PS: Por cierto, yo pasé varias veces por tu blog, pero no me encontré entre los seguidores, fue raro, así que ya reparé ese error.

vittt dijo...

la desazón que deja este micro es abismal. quien te aconsejó dejar el final tan abierto como para que cupieran todos nuestros fantasmas es un/a genio/a. y un/a cabrón/a. díselo.

Maite dijo...

Ximens: inteligente lectura la tuya :) Abrazos


Odys 2.0: ojalá el dios ReC te oiga, jajajaja, aunque lo dudo mucho ;) Gracias por los ánimos.


Patricia Nasello: creo que más inquietante que doloroso. Besos!


Pedro Sánchez Negreira: cada uno piensa lo que prefiera, este es un ejercicio terapéutico de libertad literaria ;)


Alberto Otaduy: verte por aquí ya hace que escribir este micro haya merecido la pena :D Muchos besos, Alber.


Gemma: tal vez, tal vez, siempre hay un momento para enterrar aquello que no nos sirve ya, tal vez incluso el pasado.


Toro Salvaje: yo creo que es una tristeza tierna, no sé ;)


Humberto Dib: pues esa imagen que plasmas me gusta mucho, los instrumentos de grande enterrando los de la infancia, muy bueno. Bienvenido y gracias por tu fantástico aporte.


vittt: jajaja, se lo diré, se lo diré, no tengas dudas :D

Torcuato dijo...

Bueno. Yo no lo veo inquietante.
Lo veo triste, se despide de algo/alguien a quien ama.
Besos.

Maite dijo...

Torcuato: así es, Tor, pero como la imaginación es libre, dejamos que cada uno entierre ahí lo que quiera, probablemente, si rascamos un poco, encontraremos que estamos enterrando parte de nuestros miedos.

Miguelángel Flores dijo...

Inquietante ese final. Uno puede pensar primero en una mascota, pero para eso no necesitaría una pala de adulto, a no ser que fuera un San Bernardo, que no creo. Creo que es ideal que el final sea abierto. Porque yo he decidido qué quiero que entierre y me pone el vello de punta, al tiempo que me da una pena grandísima.
Un abrazo, Maite.

Maite dijo...

Miguelángel Flores: pues esa era la intención, hacer un hoyo para que el lector enterrase aquello que considerase más pausible. Deduzco que no era algo agradable lo que tú elegiste, pero claro, ahora es el lector -osea tú- quien deja con la duda al escritor -osea yo-