El retraso del ferry me dejó a las 3 de la madrugada sin alojamiento posible. Dispuesta a pasar la noche en el coche, aparqué en un lugar apartado. Soñé, una y otra vez, que varias personas daban golpes en la ventanilla. Golpes que lograban despertarme, sin lograr ver a nadie tras una niebla inexplicable.
Al amanecer, vi que mi coche estaba aparcado a las puertas de un cementerio.
Este microrrelato fue escrito por Anónima Mente desde La Toscana y viajó en forma de postal, hasta mi buzón, para ser aquí publicado.
2 comentarios:
Eooo, ya es el tercero (de los que yo he visto) Buenísimo el micro.
PD: Las fotos de la Toscana son una pasada...
Ya he leído dos. Este es escalofriantemente genial.
Un beso.
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