Preso de la locura, agarré un cuchillo e intenté desprenderme de ella. Siempre andaba pegada a mí, como si su existencia dependiera de cada uno de mis actos. No podía soportarla más. Me enervaban sus movimientos, con los que parecía estar burlándose de mí a cada paso. Llegué a pensar en más de mil maneras de deshacerme de ella, sin que ninguna obtuviera el resultado deseado. Finalmente descubrí que sólo en la oscuridad, ella, maldita imitadora, me dejaría de perseguir.
8 comentarios:
El tema está un poco sobado pero me ha gustado mucho cómo lo has contado. Quizá en el final podías arriesgar un poco más.
Un abrazo.
Te seré sincero: he visto la sombra desde el principio. No sé si es que es muy evidente o es que soy yo, que veo sombras por todas partes. Pero no me sorprendió. Quizá es que no hay nada que te haga sospechar en otra cosa, nada que te despiste...
Un abrazo, Maite. Te sigo siguiendo.
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Sí Jesus, es un tema algo manido, pero no por ello menos atrayente, al menos para mi, por su carácter de reto.
Pensaré en lo que me dices del final.
Un fuerte ABRAZO y como siempre, mayúsculo
Alberto, es difícil sorprender a alguien con ojos de microrrelatista y más aún con un tema algo manido (como le decía a Jesús).
Me encanta que me sigas, aunque sea en los días de sol ;-)
Veo que hoy te has puesto el gorro de Guillermo Tell y hasta has puesto una manzana.
Un ABRAZO mayúsculo y fuerte
Ufff menuda paranoia tenía el pobre... Bravo Maite!
Jajaja, si, un poquito paranoico si estaba, tenía manía persecutoria.
Un ABRAZO mayúsculo, Gotzon
Tema recurrente pero muy bien narrado, con ritmo y eso es mucho.
Me gustó.
Un saludo indio
Ese era un poco el reto, cómo contar algo sobre lo que casi todos los microrrelatistas han escrito.
Un ABRAZO mayúsculo para ti, Indio.
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