Ya suenan los primeros cánticos. La plaza, efervescente, espera el chupinazo que de rienda suelta a los sentimientos más intensos. Cerca de mí, un hombre con la mirada excitada grita con un marcado acento extranjero ¡¡VIVA SAN FERMÍN!! Es uno más de los muchos que deciden no perderse la FIESTA con mayúsculas. En ese momento me echa la mano al hombro en espontánea camaradería, y me dejo contagiar por su admiración al Santo ¡¡VIVA!! respondo yo. Me sonríe, como si echara todo esto de menos desde hace tiempo. Su rostro no me es del todo desconocido y su anticuado atuendo me intriga. Es periodista americano, del Toronto Star, me cuenta. Y se aloja en el Quintana, el hotel de su gran amigo Juanito. Cierro un momento los ojos tratando de pensar dónde le he visto antes, y recuerdo que hace ya más de 65 años que el Quintana no existe. Al abrirlos sólo oigo el estruendo de los cohetes y el tumulto cantando al unísono. A mi lado, un vacío, y a lo lejos unas campanas que doblan, tal vez lo hagan por Hemingway.
13 comentarios:
Genial, Maite, me ha encantado el homenaje. Además que he visto su barba blanca desde que gritó ese "Viva San Fermín" con su marcado acento extranjero porque, da la casualidad, que junto a mi cama tengo en estos momentos ese entrañable "For whom the bell tolls". Enhorabuena.
Un abrazo.
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Qué casualidad ¿no? Me encanta ese libro, lo leí por primera vez con 15 años y luego lo he leído un par de veces más. Ahora que lo dices, me has dado una idea, tal vez lo relea.
Un abrazo >>---fleeeeeeeeeecha->
Buen homenaje. ¿No salió premiado, verdad? Mala suerte.
Saludos, Maite.
Pues no, Víctor. Esta vez tampoco hemos tenido suerte.
Un abrazo
Tengo una pregunta capciosa, Maite, respecto a tu micro. ¿Qué sucede con aquellos lectores que ignoran por completo la biografía de E.H.?
Un abrazo,
PABLO GONZ
Gilixita, yo también te deseo mucha suerte en el mundo blogger.
Querido Pablo, tu pregunta no es tan capciosa como aparenta ;-)
Si alguien no conoce la historia de Ernest, se quedará sin entender el relato, lo admito. Pero debo decir que Hemingway y los San Fermines son tan pareja como Romeo/Julieta, Quijote/Sancho, El Cid/Babieca, o sería casi tanto como decir que en un relato en el que seis toros corren por las calles un 7 de julio detrás de la gente, nadie logre adivinar que la ciudad es...Pamplona. Pero insisto, admito que puede ocurrir. Por ello, aprovecho para recomendar a quien no lo conozca, o no haya leído nada de él, que lea "Por quién doblan las campanas".
P.D.: Por cierto Pablo, ¿crees que todo el mundo que lea este comentario entenderá qué significa hacer una pregunta capciosa? ;-p
Un fuerte abrazo
Buena prosa.
Un beso
Gracias Torcuato.
Un beso
Me gusta tu prosa, y sobre todo ese ambiente mágico.
Además de quererte admiro lo que haces.
Me hubiera encantado poder un par de whiskies con Ernesto en Iruña, pero llegué tarde!
Jejeje, Ángel, te pilló un poquito lejos la época de Ernest. Gracias a ti por dar color a este cuento. Si sois tan buenos Luis y tú con las ilustraciones, al final van a comentar las fotos y las acuarelas en vez de los relatos. Gracias a ambos.
Un beso
Yo no he leido la biografía de Hemingway, pero creo que lo pillo... (de todas formas siempre tenemos google para informarnos mejor, jeje)
Bendito Google, Gotzon. De todas formas, para eso están las historias, para enseñarnos cosas nuevas. De todas formas no me creo que siendo de tan cerquita de Pamplona no conozcas el libro FIESTA de Hemingway, a partir del cual empezaron a colonizar los americanos los San Fermines.
Un abrazo
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