Había perdido su sombrero, y con él, su personalidad. Ya no existían las mañanas, ni la compañía, y mucho menos el cariño. Los años desaparecieron por arte de magia. Los campos vaciaron sus viñas y los soñadores, se quedaron sin sueños. Agotadas las esperanzas, en un quiosco una revista hizo un guiño, y allí, la ene, encontró su sombrero, y con él su seña de identidad.
4 comentarios:
Genial, contado de una forma elegante y bonita. Leyéndolo me pregunto dónde está la frontera entre el microrrelato y la poesía.¿Hay acción? No sé, es pura lírica.
Un detalle: todos desaparecen sin el sombrero. Menos los años, esos se transformaron.
(Bah, una tontería :P)
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Maite, te felicito. Me gustó mucho este micro. Está trabajado, y tiene mucha chispa. Enhorabuena.
Un saludo.
Alberto, la poesía y el micro tienen mucho que ver, y mas para mi, que tuve mis orígenes literarios en los versos.
Y...mi querido Flecha, ya sabes que lo que no muere...se transfoma ;-)
Un abrazo de los mios, mayúsculos.
Víctor, me alegra que te haya gustado este pequeño homenaje a una letra que tanto nos diferencia y caracteriza.
Un fuerte abrazo
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