Siempre le había dado pavor mirarse al espejo. Creía que si miraba su reflejo, no sólo aparecería su horrendo aspecto físico, si no también la imagen de su interior, marchito. Sin embargo, sin saber muy bien porqué, esta vez no pudo evitar la tentación. Poco a poco se fue arrastrando por el suelo hacia el cristal y allí, por primera vez, distinguió su imagen. Al principio la percibió algo distorsionada, y luego nítida, perfecta. Se vio en aquella casa extraña, atado de pies y manos con una gruesa cuerda, rodeado de miles de niños y un ruido ensordecedor. Cada vez que una puerta se abría, una horda de risueños chiquillos invadía la estancia con sus risas y juegos.
Cuando el hombre del saco se despertó, cogió su enorme bolsa de tela y cargado con su propia frustración, fue en busca de más niños.
11 comentarios:
Una buena explicación de cómo nació el hombre delsaco y por qué hace lo que hace. Muchos "hombres del saco" tienen pasados similares que explican sus conductas.
Que majo el hombre del saco... me recuerda a otro que decía: "Dejad que los niños se acerquen a mi" (que sospechoso sería decir esa frase hoy) jejeje
Ah!, ahora va de PM lo de dejar comentarios, gracias Maite.
Así es Manu, hay muchas "mochilas" que explican la mayoría de los comportamientos.
Un abrazo
Gotzon, es un placer facilitar vuestra visión activa y crítica en el blog.
Un fuerte abrazo
A mí también me pareció bien, Maite. La idea es genial. El final, aunque muy evidente para mi gusto, es bueno, revelador.
Un saludo.
Bueno Víctor, me alegra ver que te ha gustado, aunque no haya logrado sorprenderte del todo.
Un fuerte abrazo
A mí no me importan mucho las sorpresas. Nunca me habían conmovido hablándome del hombre del saco.
Un abrazo.
Al final me va a dar pena y todo el hombre del saco.Y yo que pensaba que secuestraba niños para hacer medicinas con la grasa...
Nunca está de más que te sorprendan, Jesús (a mi me encanta) pero a veces, y más en el micro, eso te acaba "encasillando"
Gracias por tu sensibilidad.
Un abrazo
Jejeje, eh! que conste en acta que yo no justifico las malas acciones del hombre del saco.
Un abrazo, Alberto.
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