Pedro, el oculista, ha salido corriendo. Él que siempre había cuidado de la vista de los demás, ahora, sin saber cómo ni porqué, se encontraba sumido en una total y absoluta ceguera. Tropezó con las sillas de la consulta y chocó contra las puertas, hiriéndose brazos y rostro. Alcanzó la calle bajando con cuidado las escaleras. Caminando a gatas en la oscuridad, iba colisionando con otras personas que, como él, aullaban de miedo al sentir un manto negro sobre ellos. El mundo, sin avisar, se había sumido en una inquietante tiniebla. Nadie les había advertido del verdadero alcance que tendría el apagón neurológico.
8 comentarios:
Buen regate ahí al final, Maite. Me ha gustado.
Un abrazo.
Gracias Alberto, pero no he conseguido meter gol en la Ser! ;-)
La verdad es que suena terrorifico que todo el mundo sufra una ceguera al mismo tiempo...ufff, que caos...
¿Te imaginas?, Saramago lo cuenta muy bien en Ensayo sobre la Ceguera.
Un abrazo, Gotzon
La frasecita de marras apuntó a muchos escritores hacia Saramago. Aún así es una metáfora muy buena esta de la ceguera colectiva.
Un beso.
Pues sí, creo que a la mayoría se nos pasó por la mente Saramago, aunque los finalistas, ninguno tenía relación.
Un abrazo
Lo que más me gusta es la frase final, que no sería nada sin el resto del micro :)
Anita: todo el micro rezuma la historia para desembocar en esa última frase. ¿No tienes también tú la sensación de que algunas veces pareciera que hubiera ocurrido un apagón neurológico? Si no fuera así, hay demasiadas cosas en este mundo que no me explico.
Un abrazo
Publicar un comentario