Los insultos, los golpes y los gritos volvían a empapelar la casa. María, tapándose los oídos, fue corriendo a encerrarse en su cuarto. Buscó sus lápices de colores y en un papel en blanco pintó un enorme arco iris. Esbozó una sonrisa. Dibujó una casa roja con hermosas ventanas azules, y una puerta abierta por la que entrar a refugiarse. En el jardín, plantó un cartel prohibiendo la entrada de adultos. Despacio, introdujo primero un pie, después el otro y, finalmente, el resto de su pequeño cuerpo. Cerró la puerta. Allá dentro, los sonidos se quedaron mudos, y se sumergió en el más feliz de los sigilos. Al rato, entró su padre en el dormitorio a buscarla, arrugando el dibujo con furia y tirándolo al suelo. En ese instante los llantos perdieron su afonía y volvieron a retumbar las paredes. Se abrió la puerta del armario y una voz ronca le dijo: -María, mamá se ha caído, nos vamos al hospital.
25 comentarios:
Bravo, Maite. Da mucho de sí este micro tuyo. Cómo podemos cambiar la realidad con lo que creamos, el final... ¿qué pasaba en la realidad? Y todo escrito con maestría. Enhorabuena.
Así es, Alberto. Como ocurre muchas veces en los micros, cada uno puede tomar la porción del pastel que más le guste. Yo me quedo con el poder de la imaginación que tantas veces nos salva de caer en la oscuridad.
Un ABRAZO
No paras de asombrarme, amiga mía. Parece mentira que a un tema tan desgarrador, y a la vez tan recurrente en los últimos tiempos, se le pueda dar este giro de tuerca hasta el punto de tratarlo transmitiendo dulzura. Eres asombrosa.
Tu María me ha recordad a la pequeña Beatriz de Benedetti en Primavera con una esquina rota.
Un beso enorme.
Me encantó, Maite. Quizás el mejor que te he leído aquí. La vuelta de tuerca final, cuando todos imaginábamos a la niña dentro del dibujo, es asombrosa. Te felicito, cada día son mejores los micros.
Un saludo.
Ah, Luis, cómo recuerdo esa inteligente Beatriz de Benedetti, libro que, por cierto, tú mismo me regalaste.
Un beso
Víctor, me alegra que hayas saboreado a gusto el dulce sabor que deja la pequeña María, en una situación tan amarga.
Me guardo tu comentario de hoy como un pequeño tesoro.
Un abrazo...MAYÚSCULO
Carajo, qué buen micro, el final es muy bueno, fuera del lugar común.
Un abrazo
Bienvenido Baizabal, es un gusto contar con lectores que aprecien al detalle "las tripas" de un micro.
Un abrazo MAYÚSCULO.
Simplemente sobrecogedor y mágico.
Una candorosa flor roja enmedio de un gris marengo dominante.
Extraordinario.
Una visión muy pictórica, como no podía ser de otra manera viniendo de ti ;-)
Un abrazote
Impactante...la visión de los problemas en la niña y un final "maquillado" a los ojos de María que bien sabía lo que ocurría...
Saludos y suerte.
A mi me siguen impactando cuando oigo, leo o veo este tipo de cosas. Me alegra que en ti, Su, haya provocado ese efecto, y que María se haya visto reconfortada por tu lectura. Un abrazo.
Desde luego no me esperaba el final. Eso es lo que más me gusta de los micros.
Saludos
Miguel, a mí me pasa lo mismo, cuando un micro tiene todos los ingredientes necesarios y además se le suma un final que sorprende, eso ya es la guinda del pastel. Un fuerte abrazo
Imaginacón, dulzura y dolor. Sorprendente final.Úna belleza.
Muy bueno. Me encantó como reflejaste la necesidad de evasión de la pequeña.
Abrazos
Patricia: La imaginación es la única que nos salva muchas veces de grandes tragedias. Es un bien muy preciado y una terapia, en niños y en adultos, muy acertada. Un beso grande.
Su: al escribirlo, quise intentar que todos estuviéramos en esa preciosa casa que dibujó la pequeña, sintiéndonos seguros también, aunque siempre tengamos que terminar volviendo a la realidad. Un beso.
Me gustó mucho. Pero creo que has sido un poco indulgente al elegir no dejar a la niña atrapada en la locura. Muy bueno!
Julio Genissel: no podía dejar a la pobre María sumergida en ese mundo, espero que se pueda salvar primero su madre, y ella de su mano. Un fuerte abrazo y bienvenido, Julio.
¡Excelente Maite! Los niños hacen prodigios para que la realidad no los lastime.
¡Me encantó!
Gracias, Clau. Es verdad, los niños y su sabiduría nos dan grandes lecciones a los adultos. Un besito.
Basta con ser un niño y ya hay magia. Excelente, Maite.
Gracias Héctor, por eso es importante no perder esa esencia, tener siempre ese punto infantil, imprescindible en la vida. Un fuerte abrazo.
Hola Maite
Quería invitarte a que pases por mi blog y leas la narración homenaje a todos los compañeros de anónima: http://azullavable.blogspot.com/2010/10/ejercitando-la-derrota.html
Saludos
Julio
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